jueves, octubre 29, 2020

Lolo es una semilla

 No sé qué decir. No sé como poner en palabras una imagen que no se termina de armar en mi cabeza. Como esas fotos que no bajan en el ordenador y se ven borrosas y entonces uno trata de adivinar que es. 

La lengua colgando como una hojita seca. Los pelos pegoteados por la sangre, también seca.  Olor a muerte. 

¿Por qué debería tener un final así un pobre gato? ¿En qué cabeza cabe? 

Fui hasta el lavadero a buscar la lavandina. La sangre había manchado el parquet. Los arañazos marcados en la pared como una huella de su desesperación.

Me puse los guantes. El barbijo para no respirar el olor. La valentía para no llorar. 

Un gato muerto pesa más. El peso de la muerte. 

No tengo jardín, pero si tengo una maceta grande. Lolo cabe perfecto en la maceta. Quizás hasta pueda regarlo y crecerían gatitos. Que estúpida. 

Me hice un café. A veces puede pasar. A veces puede pasar que asesinen a tu gato, que lo destripen, que le hundan los ojos. Son cosas que pasan. 

El día esta perfecto para salir a caminar, pero tengo que escribir, o dibujar, tengo que sacarme estas imágenes de la cabeza. Me lavé las manos, me puse alcohol. Lolo es una semilla. 

Anoche me acosté tarde, a veces tengo pensamientos suicidas. La pandemia esta arruinándonos a todos. Leí un poco pero es difícil concentrarse. Tuve meses mejores, pero ya es mucho tiempo. Lolo tenia hambre. Encontró una manera de hacérmelo saber golpeando la puerta del placard como si estuviera practicando boxeo. Ya era muy tarde. 

No hay mas vino. Creo que lo tomé todo ayer. Pedí unas empanadas porque ya no tengo ganas de cocinarme. Estamos arruinando todo, están arruinando todo. 

Lolo es una semilla. Pronto tendremos gatitos. Me río. 

Y como se saca el olor a muerto. Dejé el barbijo en remojo. Pasé un trapo con lavandina. Escribí, estoy escribiendo, escribir me hace bien. Las imágenes se van acomodando. 

Tuve un sueño. Soñé que paseaba por punta Mogotes, en Mar del Plata, por donde está el pato Donald. Hacía calor, sentía el calor del sol golpeándome las piernas. La transpiración goteándome por la espalda y las manos sudorosas, también. Soñé que me ataba el pelo, enredado por el agua de mar, la boca seca. 

Necesito dormir. ¿No tengo derecho a dormir? 

Puse una música de piano. Me relaja escuchar piano cuando mis pensamientos caen como tetris pero que no encajan. Cada vez más rápido, caen, caen, caen, pierdo. Perdí. 

Riego las plantas y riego a Lolo. Estaremos bien. Vamos a estar bien. 

Siento el sol, es real ahora. Y es como una manta. Siento que alguien me abraza, finalmente. 

Pronto se va a hacer de noche de nuevo. Tengo que comprar vino, tengo que dormir. 

Lolo tenía dos años nada más. Dos años. Era un bebé. Era un bebé. 

Pedí turno con el médico. Tengo algunas molestias en el pecho. No puedo dejar el alcohol, no ahora. ¿Cómo hago para dormir? Necesito descansar. Las trabas en las puertas del placard no sirvieron de nada. 

Tendrías que haber venido a mi cama Lolo, tendrías que haber venido a mi cama.

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