"Luego reflexionó que la realidad no
suele coincidir con las previsiones, con lógica perversa infirió que prever
un detalle circunstancial es impedir que éste suceda. Fiel a esa débil magia,
inventaba, para que no sucedieran, rasgos atroces. Naturalmente, acabo por temer
que esos rasgos fueran proféticos."
M. parafrasea a
Borges muchas veces. M. cree que no
existe otra frase que mejor la defina. Su situación frente al miedo a que
ocurra lo peor. Casi como con una golosina, M. se empalaga con pensamientos
siniestros que no tienen otra razón de existir que la de perturbar su
bienestar, sumergirla en la angustia, hacerla sentir culpable de semejante
imaginación aberrante.
Estas pantallas que
utiliza su mente para distraerla de la realidad son bastante frecuentes.
Su conciencia las ahoga a todo momento, cada vez que alguna de ellas muestra su
incipiente y angustiante cola.Y cuando no aparecen, cuando la felicidad es plena, cuando
no hay motivos para temer, M. aguarda el latigazo, la respuesta a la calma. Ya
vendrán tiempos peores… piensa.
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