Un día salimos a la calle en ojotas, había una lluvia fuerte, y hacía un calor de 45 grados y el agua nos caía en los hombros, en la cara, nos mojaba el pelo, nos hundía los pies en el pasto de la plaza, nos llenaba la boca, tomábamos el agua que nos mojaba la lengua, las muelas, el lado de atrás de los cachetes. Hacía mucho calor y la lluvia era nuestra pileta.
Después volvímos todas enchastradas, perdiendo agua en el ascensor, las manos mojadas, nos miramos y reimos a carcajadas y el pelo nos chorreaba, estábamos todas despeinadas, yo me hice un rodete, me preparé la leche, prendí el ventilador y me tiré en el sillón a ver la tele, todo el sillón de cuerina mojado hacia calor no nos importaba nada.
Después llegó la noche, al fin entró viento fresco por la ventana, miramos hacia afuera, los carteles sobre la autopista, el ruido de los autos.
Mamá hacía la comida, jugabamos a las cartas. Papá mataba mosquitos en la habitación.
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