Mi querida niña que ha crecido:
Acabo de recibir tu carta y ya mismo te respondo con la ayuda de mi fiel asistente. Quiero que sepas que tu transformación no me desconcierta en absoluto, y ésto se debe a que por una razón que igualmente desconozco, yo también me he encontrado con otro tamaño al despertar esta mañana. En un primer momento me he quedado bastante perplejo, imaginate que al abrir los ojos por primera vez después del sueño no he notado manifestación alguna del cambio en mi cuerpo, pero una vez despierto, cuando estuve dispuesto a levantarme y hube de girar mi cuerpo, mi querida, no sabes la extraña sensación que experimenté al notar que mi cama tenía horizonte. Al querer quitarme las sábanas quedé extenuado, la sencilla acción de retirar una sábana que he hecho sistemáticamente todas las mañanas de mi vida se volvió el equivalente de una demostración de fuerza en un campeonato de levantadores de pesas. Ahí fue cuando noté el tamaño de mis manos en comparación con el estampado de las sábanas. Los dibujos de rombos de la tela que antes ocupaban menos espacio que la uña de mi dedo pulgar, hoy en día ocupan más espacio que todo mi cuerpo. Para que te des una idea más grafica te cuento que podría taparme con un solo rombo y estaría satisfecho, incluso quedaría resto de sábana para poner debajo del colchón y evitar que se salga.
Cómo tu, desconozco la causa de esta transformación. Por el momento me quedaré recostado e intentaré dormir esperando que un milagro me devuelva a mi tamaño anterior.
Te abrazo en palabras y espero volver a hacerlo algún día personalmente, cuando mis brazos recuperen su largo original y tu cuerpo vuelva a ser el de una niña.
Stern
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