Con su delgado brazo extendido, Stern nos dio a cada uno una copia de un texto que según nos dijo, había escrito la noche anterior y al cual debíamos prestarle mucha atención, puesto que estaba dirigido a uno de nosotros. Escrito en una prosa tan hermética, a simple vista nos pareció que sería necesario leer entre líneas.
Esa noche me quedé despierta hasta tarde leyendo el texto de Stern una y otra vez con el fin de encontrar su supuesto mensaje oculto. No lo trascribiré aquí porque sería casi profanar su obra, sin embargo, puedo decir que de aquellas palabras obtuve tres supuestos destinatarios.
Al día siguiente nos encontramos nuevamente, atentos a escuchar el nombre de alguno de nosotros para quien Stern había escrito aquellas palabras. El director se tomó un instante para mirarnos a uno por uno a los ojos y luego de encender un cigarrillo con la mano izquierda nos dijo: – Ese texto está dirigido para aquél que lo leyó sólo una vez.
martes, enero 17, 2006
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