viernes, febrero 17, 2006

Cuando parece que nada pasa

Stern tomó su libreta, aquella que siempre llevaba consigo para anotar ideas que se articulaban en su cabeza del mismo pensar en qué pensar.

Ideas que la mayor parte de las veces, por el mismo hecho de ser tan sólo ejercicios fabricados para agotar las horas de aburrimiento, quedaban sepultadas bajo otros escritos, otros pensamientos, o simplemente números telefónicos de algunos otros, a quienes pedirles prestadas las palabras necesarias que lo transportaran al sitio de donde surgen los proyectos... Entonces me leyó:

- Mensaje del 11 de Septiembre
(Ellos dijeron)

- Tal vez porque es otoño.
- Eso no es condición para que nada pase.
- No encuentro diferencias.
- Es tan fácil sin embargo.
- Podemos recomenzar, si te parece...
- No hace falta, a esta altura no.
- ¿Porque es otoño?
- Porque no pasa nada.
- ¿Y todas esas partes?
- Sólo signos.
- Nada es suficiente, ¿no?
- Nada.

Hay veces en que es necesario volver al principio para encontrar la manera correcta de seguir. Cuando uno está a punto de desvanecerse como Vísel lo hizo en medio del escenario. Entonces hay que retroceder algunos casilleros, como en el juego de la Oca, y resignarse a esperar el próximo turno.

Y es en esos momentos, cuando uno se detiene a observar, sumergido en esa inmensa nada que lo rodea, cuando reconoce su cuerpo, la cantidad de espacio que ocupa cada célula, el movimiento de sus huesos, el correr de la sangre.

Porque cuando hay quietud afuera, cuando parece que nada pasa, es cuando más sucede adentro, y si uno está atento verá que desde la misma sangre, una nueva partida se está gestando.

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Desorden

Quiero un desorden con índice Dejar los zapatos en la retiracion de tapa de mi casa Subir las escaleras de impar a impar  Abrir las ventanas...