De chica era bastante rápida nadando en los cuatro estilos. Cada tanto hacían competiciones en la pileta semiolimpica del club. Conservo algunas medallas de esa época. Pero recuerdo perfectamente cuando en una de las competiciones, antes de largar, dijeron que el ganador debía apoyar las dos manos a la vez en el borde de la pileta al llegar a la meta, caso contrario quedaría descalificado. Esa regla me condicionó. Nadé lo más rápido que pude, y al llegar a la meta, por temor a apoyar una sola mano primero, me paralicé, y en ese instante, me ganaron.
A veces, casi 30 años después, en ciertas circunstancias, sigo temiendo no apoyar las dos manos a la vez, y en ese titubeo, en ese temor a quedar descalificada y perder, pierdo nuevamente
No hay comentarios.:
Publicar un comentario