El primer libro que me compré con mi plata fue Polaroids, de Jorge Lanata, en el 92.
Dos cosas rescaté de ese libro, la primera: un poema de Aristófanes sobre la homosexualidad que esta en El Banquete de Platon. La segunda: que las fotos te roban el alma. Casi como una premisa esa frase quedó grabada en mí para siempre.
Pero mientras trato de lidiar con ese espanto me enfrento con la culpa, porque se supone que una debe tener fotos de sus seres queridos por toda la casa. Eso a mi no me sale. Me duele en alguna parte de mi estupidez, lo sé, pero me espanta de algún modo.
No se en que momento tracé un link entre ese libro de Lanata y mis obsesiones, pero me agarré de eso para justificarme quizás. Tampoco pude llevar un diario personal como planée hacer en algun momento. La posibilidad de que quedara trunco antes de tiempo, me atormentaba.
Alguna que otra vez, en terapia, cité un cuento de Cortázar para hacer una analogía con lo que me venia pasando. Y lloré mucho. Pero tuve que seguir viviendo con ese dolor porque no hay una cura para eso, más que decirte a vos misma que todo va a estar bien, a cada momento.
Quizás poner en palabras todo esto tenga un efecto similar, pero al mismo tiempo es una manera de soltar. El libro de Lanata esta bastante hecho pelota, lo acabo de sacar de la biblioteca para buscar la cita de las fotos y lo noté bastante agobiado. Tiene olor a humedad y las hojas están amarillentas. Tal vez lo tenga que tirar a la basura, como todos esos miedos que me vienen aplastando durante varios años y que no contentos con agarrársela conmigo, terminan afectando a los que más quiero.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario