miércoles, octubre 26, 2022

Migraña que me diste tanto

Tengo migraña y es como si estuvieran cavandome una fosa en el ojo derecho. Hace unas horas que no puedo levantarme de la cama. Siento la pala que se unde y excava. Una leve náusea me mantiene despierta. Las luces me provocan dolor. El sonido, si es agudo, arcadas. Intento unas palabras pero pensar en este estado es un acto de sadismo. Me entrego a la noche, en horizontal. 


Migraña a vos te escribo, que una vez por semana me haces frente, me tomasz me ganas. Quisiera poder extirparte, sacar tu pesada pata de encima de mi ojo, hundido en la fosa dónde construís con picos y palas. 


Los olores, migraña, que le haces a los olores que todos son putrefactos y me provocan ganas de vomitar. Pero si pudiera. Te arrojaría al agua y me liberaría de vos pero no. Sos mala. Sos siniestra, me agarras el cerebro y jugas con el, me metes adentro de un boliche lleno con luces de colores, dónde todos están borrachos, tanto como yo. Pero que hice mal migraña. Que porqueria te tenía adentro agazapada y no me di cuenta. 

Soy como el alcoholico arrepentido. Tengo una resaca falsa. Un castigo siendo inocente. 

Ya hace diez horas que estás acá conmigo. Conseguiste lo que quisiste. Dejarme tirada en la cama, sin poder ver a nadie. No pude trabajar, no pude dibujar. Que es esta piedad de dejarme escribir? Te gusta que hable de vos. 

Hoy casi me desmayo en el supermercado, pero a vos no te importa eso. Te gusta verme mal. 

Me voy a dormir y espero que mañana cuando despierte ya te hayas ido. Y que no aparezcas por lo menos por un buen tiempo. Te odio migraña. 


Seguís ahí. 

Ahora ya empiezo a pensar si no tendré algo malo. Sos como un pulpo que se me quedo pegado a la cara. 

Me miro y veo tu sombra. 

Mi cara no es mi cara. Es la cara de la migraña. 

Maldita condición. Venís como olas, me llevas de la mano a las profundidades del mar donde casi no puedo respirar. 

Estoy blanca. Un párpado se me cae y me cierra un ojo. 

Ayer mi estómago quiso avisarme. Recuerdo una sopa. Su liquidez todavía me recorre. Y presiento que es ella misma la que en forma de puñal intenta mantenerme enferma. 


Voy a vomitarte. Voy a la lanzarte al agua como se lanzan los desechos. Yo no te elegí. Por qué tengo que convivir con tu presencia? 


Me dejas escribir entre momentos de debilidad. Cuántas horas más hace falta que duerma, que me haga la muerta, que me desconecte del mundo, para que me dejes en paz de una vez por todas. 


Andate migraña. No te aguanto más. Me dolés. Si por lo menos hubiese disfrutado de aquello que te provocó. Pero no. Soy esa borracha que dice que nunca más beberá. Espero que te vayas mañana. Déjame descansar. 


Cuando me despierte voy a tirar esas sopas a la mierda. Y voy a tirar todas esas porquerías que tienen cosas raras como esa sopa. También los tomates. 


Ya no puedo leer más. Es demasiado el mareo. Me sube una especie de manta térmica por la garganta. Siento que se me cierra. Cómo si el aire fuera de peluche. 


Voy a salir un poco si me puedo levantar. O quizás no. Voy a apagar esta computadora y me voy a dar vuelta en la cama y voy a seguir luchando contra tu maldita patada en el ojo.

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