viernes, noviembre 11, 2022

El feo

 Su expresión era confusa. Una mezcla entre amenaza y timidez. De sus orejas salían pelos ondulados de longitud dispar, llegando algunos a los 10 centímetros. El tabique de la nariz comenzaba en mitad de la frente y coronaba su trayecto en una glándula que balconeaba sobre el labio superior. Si quería sonarse la nariz se veía comprometido a levantarse la punta con un dedo para poder introducir el pañuelo por debajo. Nunca usó bigote porque si se lo dejaba crecer no podía respirar. 


Su cabello era color negro azabache con algunas incipientes canas. Lacio y grasiento con un ligero olor a vinagre. Sus uñas albergaban todo el espectro cromático de la mugre. Con un poco de paciencia podía encontrarse allí restos de piel, tierra, alimentos diversos, tinta y grafito. No usaba tijera para recortarlas sino sus dientes que estaban alternados entre blancos, amarillos y grises, chicos y grandes, hacia adentro y hacia afuera en forma aleatoria. 


La quijada no era prominente sino más bien lo contrario. Desde abajo del labio inferior se proyectaba un plano inclinado de trayecto sinusoidal que desembocaba en el esternón. Sus brazos, colocados al costado del cuerpo en peso muerto alcanzaban la altura de las rodillas, las cuales tenían un diámetro de proporciones superiores al resto de la pierna. Quiero decir con ésto que venía la pierna, se presentaba la rodilla como una bola de mayor tamaño hacia todos los lados, y luego seguía la pierna. Así las dos. 


Los pies eran pequeños y con forma de empanada, como los de los bebés. 

En el medio de la panza tenía un ombligo herniado con una prominencia en forma de gancho de la cual colgaba un piercing de acero quirúrgico y a veces la bolsa de las compras. 

Su sonrisa era diabólica, si se me permite la subjetividad. Y el sonido de sus carcajadas se oían desde varias cuadras a la redonda. 


Poseía una cadera delgada, pero no eran así sus glúteos que estaban bien trabajados y propiciaban la mirada ajena masculina. De atrás, no era tan feo. 


En la parte de su torso contaba con tres tetillas, defecto de nacimiento. La tercer tetilla estaba ubicada debajo de las costillas del lado izquierdo y a veces supuraba un líquido blancuzco que se hizo revisar por un médico mastólogo y resultó benigno. 


La espalda estaba llena de lunares y protuberancias varias dispuestas en forma de vía láctea. Comenzaban en el hombro derecho y se desparramaban en grupo hacia la cintura en el lado contrario.


Sus ojos eran de color marrón oscuro con pintitas negras y presentaba coágulos sanguíneos y derrames varios en la parte blanca. 


Con respecto a su virilidad, comentan que estaba bien dotado pero que la forma de sus genitales estaba invertida teniendo los testículos apuntando hacia arriba lo cual le dificultaba el uso de pantalones ajustados porque la cremallera se los enganchaba frecuentemente provocándole dolor. 


En cuanto a su voz, la misma era ronca, con reiterada presencia de interrupciones en su habla para toser, salivar o necesidad de aclararla con prolongados mmmmmjjjjmmmrmmm.


Del lado de adentro también tenía particularidades que se podían apreciar desde el exterior. No hacía falta realizarle estudios médicos para observar que sus intestinos no funcionaban correctamente. Tampoco una audiometría para detectar sordera porque la misma era claramente provocada por el prominente vello.


Falleció a los ochenta y cuatros años. Al momento de tener que conseguirle cajón hubo que hacerlo a medida porque las rodillas nunca le habían dejado de crecer. Pero era un buen tipo, el feo.


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