"El que escribe que no tiene nada que escribir, miente.
No tengo nada para decir, por eso escribo."
Nora se fue a Francia. Me quedé sola, quiero decir que volví a ser la única mujer hasta que llegó Helena Von Kurter, la escritora, que vino cuando menos la estaba esperando. Y no sé porqué digo menos, si nunca fue más. Mejor sería decir: Vino Helena, cuando no la estaba esperando. O aún, vino Helena, no la esperaba, ni en ese momento que llegó, ni nunca. Es decir, vino Helena.
Helena escribe poemas ilegibles. Son poemas que no se pueden leer, porque no están escritos. Escribe poemas que no están escritos, es decir, escribe poemas.
Llegó vestida completamente de negro, con un sombrero rojo. Traía entre sus manos un sobre para mí que me entregó personalmente. Luego se marchó.
El sobre contenía una hoja en blanco. Uno de sus poemas ilegibles – pensé – o quizás el mejor poema jamás escrito sobre el silencio. Guardé el papel dentro de su libro, el de la tapa roja y negra. Luego me quedé pensando en ella y de qué estaría rellena.
Nora me escribe desde Francia:
Amiga,
Decile a Phil que estoy en Francia, que no se enoje. Contale que estoy escribiendo esta carta desde una terraza de un café de París. Decile que no para de llover, dentro mío tampoco. Decile que lo extraño con locura y que no dejo de pensar en él, ya ves, ni hasta cuando es a vos a quien escribo. Decile que sé que no será fácil estar separados pero que trate de comprenderme. Decile que estoy bien, por más que llueva todos los días y no pueda parar de llorar. Que no se enoje, decile que no se enoje, que bastante tengo ya conmigo. Decile que no volveré, si es que te lo pregunta, y que tampoco pienso escribirle. Pero no te olvides de decirle que lo amo como nunca amé a nadie. Decile que lo recuerdo a cada momento, y por favor, dale un beso de mi parte. Ah... si te pregunta por qué me fui, decile que no lo sabés.
Te quiero. Nora.
Demás está decir que no tenia idea de porqué se había ido Nora. Luego fui a la cocina a calentar una tarta, mientras me preguntaba de qué estaría rellena. Phil llamó por teléfono, pensé que querría saber si tenía noticias de su novia, pero no, llamaba desde Francia, para pedirme que le dijera a Nora que no se enoje, que le cuente que estaba llamando desde...
Corté el teléfono y me comí una porción de tarta, luego otra, y otra más, hasta terminarla. Por más que estaba satisfecha juro que si hubiese habido otra tarta, me la comía. Después me fui a la cama, mi almohada estaba más confortable que nunca.
sábado, abril 01, 2006
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