Soy muy detallista. Soy absolutamente intolerante con el desorden, y sobre todas las cosas con los objetos faltos de geometria. La falta de armonia me espanta. Un cenicero cuyas diagonales no mantengan una relacion que pueda comprobarse con alguna regla matematica, me atormenta. La deformidad de las ceramicas hechas sin torno, la monstruosidad de los animales de telgopor y tempera, la amenazante cartapesta del pajaro que cuelga en la habitacion de al lado. el siniestro espejo con su marco descascarado, las manchas de humedad en la pared, formas tormentosas, aturdidas, sordidas. Si despierto en la mitad de la noche y me encuentro con mi sombra, ella adquiere la anatomia de un tiburon, el inefable contorno de un dragón, la espantosa forma de un toro mecanico. No resisto el espectaculo y cierro los ojos, pero en la oscuridad millones de pequeños puntos, ínfimos, apenas perceptibles, se acomodan en una forma aleatoria, sin ningun tipo de orden que pueda descifrarse y huyo de mi, para ahogarme en mi tormento.
Soy alérgica a los tréboles, cuento los petalos de las margaritas, las calas me dan pavor. Tengo un metodo para el doblado de los pantalones de forma que conformen un cuadrado perfecto. Lamparitas de luz! miedo, las sartenes: sin asa, el asado si es de tira, debe conformar un circulo perfecto al verse arrojado en la parilla, caso contrario no puedo comerlo.
Estoy contando los caracteres de lo que escribo ya que de finalizar en numero impar podría sentirme amenazada.
Elijo el tren al autobus, el cohete al avion, la calesita, a la hamaca. Me miro en el espejo, un lado de mi cara crece con mayor voluntad que el otro, empiezo a desesperar, intento cambiar de lado en la cama por turnos de dos horas, ordenados por medio de alarmas, pero no es suficiente.
Reviso los paquetes de pan lactal que compro en el supermercado. Ya no vienen de a pares los panes, esto no lo nota nadie, pero conté un pan y venian 19 rodajas. Ni siquiera un multiplo de 3, un espanto.
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